NC 801. UN RECIEN NACIDO DE 31 AÑOS
Artículo de referencia:
Scandroglio, Thomas. 05 de agosto de 2025. Un recién nacido de 31 años. Cuando la técnica se convierte en arrogancia. LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA. Recuperado de: https://lanuovabq.it/it/un-neonato-di-31-anni-quando-la-tecnica-diventa-tracotanza
La historia.
Fecundación in vitro (en laboratorio)
Theddeus es un niño que fue concebido hace 31. Sus padres decidieron que su bebé nacería mediante inseminación artificial, así que fecundaron cuatro óvulos, que dieron como resultado cuatro pequeños embriones. Uno de ellos fue utilizado y nació un bebé por el año de 1995. Decidieron poner los otros tres embriones en sistemas criogénicos, donde se conservaron congelados hasta el año pasado. La madre, ahora divorciada, decidió donar uno de los embriones a una pareja estadounidense del Estado de Ohio, quienes utilizaron el embrión fecundado para concebir a un pequeño niño, que recibió el nombre de Thaddeus.La nota no dice si los otros dos embriones continúan congelados o si fueron eliminados, en los intentos para lograr la integración del embrión en el vientre materno.
La realidad.
¡Es una locura! Thaddeus nace 31 años después de su hermano. Sus padres biológicos son unos ancianos y además están divorciados. Su hermano gemelo tiene ya 31 años. Las relaciones naturales con su familia de origen ya no existen, y no se sabe si su permanencia en un estado criogénico durante tanto tiempo, tendrá alguna consecuencia.
Las implicaciones éticas.
Por algo Dios ha querido que los niños nazcan dentro de un matrimonio, del amor entre un hombre y una mujer, y que permanezcan nueve meses en el vientre materno, que es donde se desarrollan las primeras relaciones nutricionales y afectivas entre el niño y la madre. Y al nacer dentro de una familia obtiene de ella no solo el alimento que necesita para vivir, sino también los cuidados, la ternura y el amor que alimenta su espíritu. De allí que la familia sea esencial para el desarrollo emocional y moral del niño. Es en este medio donde empiezan a tener sentido los conceptos del bien y del mal.
Cuando se rompe el vínculo familiar, se pierde el sentido primario de pertenencia, de cuidado, y del amor que surgen de manera natural entre padres e hijos. La experiencia es sabia. Si bien cada regla tiene sus excepciones, las familias sanas dan a la sociedad buenos ciudadanos, responsable y honestos.

Por otra parte, al parecer, la ciencia no tiene límites. Los hechos nos dicen que su utilidad está limitada sólo por lo que el hombre puede hacer, en un tiempo determinado. Pero no es así. La ciencia es una herramienta del hombre para conocer la verdad y desarrollar instrumentos que faciliten su tránsito por este mundo. Con la ciencia se han desarrollado miles de inventos y descubrimientos que han mejorado su calidad de vida, pero también se han realizado terribles experimentos, y construido armas (biológicas, químicas, nucleares, etc.) que ponen a la humanidad en un punto de extinción, como sucede en nuestros días.
La ciencia necesariamente requiere límites; los límites que impone la Ley Natural, que no es otra que la Ley de Dios. ¿De qué sirve al hombre, prolongar su vida en la tierra, o decidir cómo y cuándo alguien debe nacer? Particularmente para Thaddeus, ¿en qué le beneficia el haber nacido 30 años después que su hermano? ¿Será más feliz sin haber convivido con sus verdaderos padres? ¿Este retraso en el nacimiento lo acerca más a su fin último, que es la salvación?
Por otra parte, es bien sabido, que en los procedimientos de fecundación artificial tienen que probarse varios embriones (ya seres humanos en potencia, con su alma inmortal) hasta que uno de ellos se instale convenientemente en el útero de la madre que lo recibe (no siempre la madre biológica). Y el resto de los embriones se desecha, es decir, se tiran a la basura, se les mata, sin tener en cuenta su naturaleza humana.
La ciencia es una creación del hombre que tiene como finalidad descubrir, sistematizar y utilizar el conocimiento acumulado. Pero como todo acto humano, suele equivocarse. Por eso es que debe estar sujeta a la razón y a la Ley Natural, de manera que contribuya a lograr que el hombre sea mejor, más sabio y más virtuoso.
La Ley Natural es aquella que ha puesto Dios para gobernar su creación, que en el hombre se manifiesta en la conciencia moral, la que nos dice si algo es bueno o malo. Y el criterio de referencia es la salvación.
No dudamos que más adelante se pueda insertar un cerebro humano en un chimpancé, o convertir -como ya se está logrando- al hombre mitad máquina y mitad humano. Los avances que se comunican en los medios informativos realmente nos asustan, pero sin duda son mayores y más peligrosos los que no se dan a conocer.
Estos experimentos no hacen otra cosa que demostrar la arrogancia del hombre, que quiere competir con Dios. Quiere ser también el dueño de la vida, decidiendo a quien darla o a quien quitarla, cómo y cuándo. Como lo describe el autor de la nota de referencia, Thomas Scandroglio: La arrogancia de concebir la vida a nuestra manera y no a la de Dios, el orgullo de manipular a la humanidad tras haber manipulado primero las mentes, la arrogancia de dominar el tiempo, de suspenderlo en el frío reloj de los tanques criogénicos.
La soberbia humana se manifiesta especialmente en la violación de las leyes naturales que Dios ha establecido. El hombre quiere ser como Dios. Igual que aquél que lo enfrentó, al inicio de los tiempos, y profirió el grito: ¡No te serviré! Pero sabemos el desenlace de esa historia, donde el Arcángel Miguel venció al rebelde, y pronunció esta sentencia definitiva: ¡Quién como Dios!
https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p123a11_sp.html
